He estado leyendo un libro titulado Facultad Médica de Caracas (1827-2007), que habla de la historia de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela. Hablar de historia de la medicina en Venezuela es casi sinónimo de mencionar a José María Vargas, brillante médico y científico guaireño que fue elegido presidente en 1835.
Durante el período pre-elecciones presidenciales, Domingo B. Briceño escribió una semblanza sobre la candidatura de Vargas en el diario El Nacional:
"... lo que se llama espíritu público en Vargas es genial. Sensible al honor, respetuoso con los hombres, distingue la amistad, obedece al deber, le contrista la injusticia, aprecia su reputación, acaricia la fama, estima las cosideraciones sociales. Amante de las letras, consagrado al estudio, conoce al mundo, conoce a los hombres y se conoce a sí mismo. De buena edad, y salud robusta, las ilusiones de la Filosofía no le arrastran, la tolerancia ni el fanatismo religioso le conquistan. Colocado por necesidad entre escenas revolucionarias, en calidad de hombre público, no vuelve la cara, hace frente y mantiene presencia de ánimo. Nacido en La Guaira, educado en la Universidad de Caracas, ilustrado con sus viajes y respetado por su conducta, un Presidente de la República de Venezuela con cualidades que exigen sus actuales circunstancias..."
No recuerdo si alguna vez he leído una reseña tan hermosamente escrita en algún diario nacional o local. Estos escritos, de hace aproximadamente siglo y medio, me hacen pensar sobre publicaciones como Mi Diario y el dramatismo y amarillismo de éste y otros periódicos de la región. ¿Será que aun no hemos tocado fondo, cuando de periodismo deplorable se trata? ¿Regresaremos alguna vez a contar con periodistas venezolanos de calidad?